MUNDO CAEF

domingo, 4 de abril de 2010

FELICES PASCUAS....

DOMINGO 04 DE ABRIL DEL 2010.
BUENOS AIRES ARGENTINA.



Hoy es Domingo de Pascua, es el día en que se rememora la luz luego de la dolorosa transición de la Semana santa. Se ha celebrado el paso de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. La Iglesia entera proclama que Jesucristo ha resucitado.
Desde Horizonte Sur, también nosotros decimos: Señor, hemos seguido tu calvario, hemos admirado tu fortaleza al cargar con tu cruz, nos hemos motivado con tu esperanza en medio de la crucifixión y de la muerte. Resucita ahora Señor en los pobres, en los desamparados y en los que esperan tu palabra, en los que sufren la iniquidad de vivir en la indigencia sin horizonte social alguno que no sea un creciente clientelismo. Acompaña el peregrinar de los cientos de miles de víctimas invisibilizadas que debieron abandonar sus tierras y sus culturas regionales, empujados por el desempleo, por los monocultivos, por las fumigaciones y por las devastaciones ecológicas producidas por un capitalismo cada vez más rapaz. Asiste Señor a las víctimas innumerables del consumismo globalizado que deben llenar sus estómagos con papillas transgénicas, porque tanto las Corporaciones como los progresistas, tanto los pooles de siembra como Caritas, tanto los suplementos rurales de los grandes medios como los revolucionarios de ayer, no les ofrecen otro destino más que el de alimentarse con piensos y con los subproductos de los nuevos combustibles que planifican para sus motores.



En esta Semana Santa, otra vez y como una pesadilla que se repite, las protestas sociales se han saldado con el precio de una vida. Otro crimen realizado por quienes se resisten a abandonar los gestos autoritarios, a depurar las instituciones represivas heredadas de la dictadura y a resignar la apropiación de los puestos de poder que mantienen, en sociedad con las corporaciones petroleras. Otra muerte que se añade a una larga lista de muertes similares habidas a lo largo de los últimos años, tal como las estaciones de un calvario, de un calvario que no acaba… Que la esperanza que ilumina este domingo de Pascua alcance también, con su gracia, a tantos integrantes de la clase política que a lo largo de estos años han devenido en una extensa asociación ilícita con fines electorales, asociación que mantiene secuestrados los derechos de ciudadanía y transforma nuestra democracia en una parodia, que enmascara las nuevas dependencias coloniales.



Según un reciente informe hecho público por las Naciones Unidas en Bruselas, proveniente de los principales expertos del mundo en cambio climático, los impactos del calentamiento global serán más rápidos y destructivos de lo que se pronosticaba. Según el informe, habrá más muertes, incendios, terremotos, sequías, inundaciones y tornados de lo que se calculaba, y se acelerará la extinción de especies y el deshielo de los glaciares. En relación a la América Latina se anticipa la pérdida para el año 2050 de la mitad de sus tierras agrícolas. Detengámonos aquí, por favor, porque muchas veces cuando uno se refiere a estos temas amenazantes, el interlocutor se apresura a calcular cuantos años faltan para el 2050 y es probable que alguno hasta sienta un cierto alivio al pensar que ya no estará en este mundo para entonces. Pues no, no es así. Los científicos no afirman que en el año cincuenta se perderá la mitad de los territorios dedicados a la agricultura, lo que están diciendo es que el proceso de desertización, de desmonte y de monocultivos degradantes del suelo habrá liquidado para esa fecha a la mitad de los actuales territorios dedicados a la agricultura.



El proceso de pérdidas de los suelos anticipado ya comenzó, y no solamente comenzó, sino que va acelerándose a cada momento. Basta para ello leer los diarios y contabilizar los evacuados por las inundaciones, los millones de hectáreas de tierras agrícolas que permanecen bajo el agua, las miles de cabezas de ganado ahogado en las islas de nuestros grandes ríos, porque no tuvieron sus dueños mejores tierras donde ubicarlos; recordar los procesos de sequía de los que venimos pocos meses atrás, las crecientes plagas y enfermedades que nos azotan y sacar conclusiones. Estamos ya en medio de la gran catástrofe climática y como la orquesta en la cubierta del Titanic continuamos tocando la misma melodía de siempre, como si nada ocurriese. Y lo que ocurre es que estamos entrando en la recta final…

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Que este Domingo de Pascua nos ilumine y nos regale un poco de conciencia, y otro poco de responsabilidad personal y de esperanzas comprometidas para un cambio posible. Tenemos que regular y poner límites al modelo de monocultivos. Se debería declarar la emergencia ambiental en vastas zonas del territorio nacional, prohibir las fumigaciones aéreas, establecer zonas de exclusiva producción de alimentos en derredor de las ciudades y de las localidades, y prohibir la plantación de soja dentro de los ejidos urbanos. Por razones éticas se debería asimismo, prohibir las plantaciones de soja en centros de estudio, en cuarteles, aeródromos, y lugares oficiales o del Estado, no importa que se encuentren en zonas rurales. Qué ética le estamos transmitiendo a un estudiante de agronomía que ve soja hasta en los antiguos jardines y espacios verdes de su Facultad? Qué mensaje le están dando a sus fieles, aquellas fundaciones y lugares religiosos que aprovechan las donaciones de tierras para arrendarlas a los pooles sojeros? Qué funcionario y en qué lugar de la República, ha puesto en marcha un plan de forestación con árboles nativos que merezca el gesto de reconocerlo, aunque más no sea porque rompe la obligación que pareciera que el común se ha dado, de devastar sistemáticamente lo que queda de monte y arbolado.



Cómo pueden los Obispos en estas Pascuas de Resurrección continuar impasibles o acaso autocensurados, ante una catástrofe ecológica que nos abarca a todos y especialmente a la obra de Dios que dicen alabar? No se les ocurre, que el común de la gente y en particular sus fieles, requieren y aguardan de ellos y de su Ministerio, alguna palabra profética? Y qué hacen o piensan los científicos, en especial aquellos que no han firmado todavía con las empresas corporativas los consabidos convenios de total confidencialidad? Es que no tienen nada que decirnos? Y las Universidades, que alguna vez fueron el centro de generación y de irradiación del pensamiento humano? Y los intelectuales, agobiados hoy por los conflictos estéticos de la post modernidad y por las posibilidades bibliotecológicas de preservar su obra corporativa, no tienen siquiera un espacio de sus preocupaciones para pensar en estos grandes desafíos? Los debates sobre qué comeremos, sobre la opción de alimentar motores o seres humanos, sobre alimentar cerdos o indigentes, sobre vivir en los hábitat naturales o tener que vivir en megalópolis ingobernables, les continuarán siendo temas ajenos a sus exquisitas preocupaciones mundanas?



Y por último: la izquierda, siempre tan fragmentada, tan desorientada en medio de las crisis profundas cuyas razones parecen invariablemente escapárseles…. La izquierda, que siempre alimentó una dialéctica de la gradualidad hacia horizontes de mayor equidad social, parece hoy desconcertada. Es que se acostumbraron a proyectarse a objetivos medianos y lejanos, y ahora no hay más futuro: en el año 2050 tendremos la mitad de las actuales tierras de cultivos; debido a los deshielos de los casquetes polares, tendremos además, niveles del mar que habrán trastocado toda la vida urbana, haciendo colapsar las ciudades y modificando los cursos de los ríos, los regímenes pluviales y convirtiendo en inútiles las represas y la mayoría de las grandes obras de infraestructura con que hoy se fascinan. De qué socialismo del siglo XXI estamos hablando? O acaso pueden creer que Botnia, los grandes gasoductos, la Biotecnología de Monsanto, los paquetes tecnológicos de Grobocopatel o los dólares provenientes de la industria del petróleo, pueden salvarlos frente al desastre que esas mismas prácticas han venido provocando en el Planeta…



El pensamiento de izquierda suele estar lastrado por concepciones científicas del siglo XIX. Esa visión mecanicista y ligada a una idea del progreso ilimitado, hoy es abiertamente suicida y nos conduce a males cada vez mayores. La izquierda debe revisar su herencia cultural proveniente de la guerra fría, sus modelos y propuestas derivadas de las experiencias y de los fracasos soviéticos, de su incapacidad de afrontar los temas agrarios, o caso contrario, los pueblos deberán generar alternativas de cambio basados en nuevas propuestas conceptuales. No sé si acaso habrá tiempo de generarlas, pero sí sé que en medio de la tormenta es difícil persuadir al que se está ahogando de salvarnos juntos. Y si esta izquierda continúa intentando monopolizar la posibilidad de lo alternativo y persiste en aferrarse a la esperanza de la soja como alimento para una humanidad con hambre, y continúa creyendo en los procesos biotecnológicos como basamento para construir el socialismo, nos quedaremos sin otra opción que denunciarla.



En estos días nos escriben cubanos que nos oyen o que nos leen, y nos escriben amistosamente. Nos dicen del esfuerzo que debe realizar el pueblo de Cuba para desarrollar su propia agricultura a gran escala, y para incorporar los elementos tecnológicos que les permitan producir su propia soja que ahora deben importar, tanto para comer como para cría de animales. Y nos dicen ahora también, del esfuerzo que están dispuestos a realizar para ayudar a que los hermanos venezolanos tengan, también, su propia producción de soja para alimentarse. Lo único que falta es que tengamos que agradecerles el que contraten a Gustavo Grobocopatel y el que respalden con entusiasmo el modelo argentino de la monocultura de soja. No, por supuesto que les estamos manifestando lo que pensamos. Con honestidad y sin medias tintasnos aguardan. Pensemos que si el grano de trigo no muere no dará frutos. Hagamos votos para que el dolor y la sangre derramada hoy sean entonces, los frutos y la vida multiplicada de mañana.. No atacamos a Cuba, les aclaramos. A Cuba la llevamos en el corazón, con nuestros recuerdos y con tanto esfuerzo compartido, pero que no se nos presione con ese cariño para que tengamos que aceptar en nuestro país un modelo de agricultura industrial que es absolutamente genocida y que nos ha reducido a una mera colonia proveedora de forrajes y ahora de agrocombustibles.



La soja no es comida para seres humanos, les decimos, ni en la Argentina, ni en Cuba ni en ninguna parte, lo hemos dicho y lo repetiremos en cuanto lugar nos sea posible. Tampoco es alimento para el ganado, pero discutir eso ya sería demasiado, dada la ausencia de debates y la cantidad de falsas verdades que circulan y que se dan por ciertas. Además, sabemos por la propia Universidad de La Habana, según leemos en el último número de Le Monde, que la tercera parte de las tierras cultivables de la isla se encuentran ociosas y que a la vez Cuba importa el 50% de los alimentos que consume. Nos preguntamos entonces, cómo se ha gestado esa angustia de dar de comer, cuando durante años Cuba compartió la propuesta campesina de la Soberanía Alimentaria y de los desarrollos locales. Pero, es que los compartía o es que sólo pretendía no quedar al margen de las luchas campesinas y populares de la América Latina? Comprendieron los cubanos alguna vez, de lo que hablábamos en los Foros que se realizaron sobre Soberanía Alimentaria? Sería bueno volver sobre estos temas y abrir debates sobre el cambio climático y el Socialismo, y en especial sobre las amenazas que se ciernen sobre la humanidad en esta hora tan difícil para todos los que vivimos en el Planeta Tierra.



Pretender evitar las consecuencias del cambio climático, de la superpoblación y de las hambrunas con más tecnología y con más revoluciones verdes en la agricultura es lo que nos proponen las Corporaciones. Que el Socialismo nos proponga algo similar, resulta disparatado pero propio de estos tiempos de confusión y de crisis de los paradigmas. Lo que estamos proponiendo es una escala humana de los desarrollos, mercados locales a los que confluyan las producciones cercanas sin mayores gastos de energía ni necesidad de cadenas de enfriamiento. Estamos proponiendo suspender la producción de automóviles y de carreteras, a la vez que organizar otros tipos de circuitos y medios de transporte colectivo. Estamos proponiendo volver a una producción de carnes con bajas inversiones de energía, o sea con pastoreos rotativos, a la vez que repoblar el campo con familias, descentralizando las grandes ciudades, y propendiendo a los cultivos variados y a las rotaciones del suelo, a la vez que a la sucesión de agricultura con ganadería para que el bosteo permita la recuperación de los suelos. Estamos proponiendo practicar los puntos de sutura, que posibiliten una cura paulatina del planeta, en cada lugar urbano o rural donde se puedan plantar árboles y establecer espacios intangibles de biodiversidad. Estamos proponiendo proteger los bañados y esteros, al igual que todos los sistemas de humedales, como zonas de esponja donde el agua sea retenida, y que operen a la vez como importantes sumideros de carbono que alivien el efecto invernadero.



Todo lo contrario, actualmente la nueva cota 83 de Yaciretá, impulsada por las mayores demandas de energía, amenaza con provocar la inundación silenciosa de los Esteros del Iberá, provocando un nuevo desastre ecológico de consecuencias imprevisibles, mientras la Forestal Andina con la cobertura graciosa que le brindara en su momento DElía y la izquierda insensata, continúa impunemente levantando terraplenes ilegales para la producción de carnes, en medio del corazón de la Reserva Natural.



Recordemos por último, en este domingo de Horizonte Sur, que el origen histórico de la Pascua fue la conmemoración por los judíos de su escape del cautiverio en Egipto y en ese sentido era una fiesta que celebraba la liberación. Los primeros cristianos que eran también judíos, celebraron la Pascua tomando la relación de Jesús como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Recién en el Concilio de Nicea bajo Constantino, los cristianos transformaron la celebración de la Pascua judía en la fiesta de la Resurrección, tal como la conocemos ahora. La Pascua es entonces tradicionalmente y desde hace más de tres mil años una fiesta de gran alegría y para vivir en familia. El cirio que por tradición preside la mesa de Pascua representa la victoria de la luz sobre las tinieblas. Que ese sea también el propósito que nos guíe en estas luchas y que la alegría de la Pascua nos acompañe con la fuerza de su esperanza, en las luchas que nos aguardan. Pensemos que si el grano de trigo no muere no dará frutos. Hagamos votos para que el dolor y la sangre derramada hoy sean entonces, los frutos y la vida multiplicada de mañana.

Rulli, Carlos Conductor Horizonte Sur Programa Radio Nacional Buenos Aires

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